La novela empieza con una incógnita. El nombre del personaje.
Y a partir de ahí, empieza el juego. ???? es un joven extremadamente obsesivo y cauto que se ve involucrado en una guerra un tanto peculiar. Y es que, ¿qué sucedería si la ficción se tornase en realidad? Pues que saldría a la luz toda nuestra torpeza.

En un entorno ficticio, donde el romance con un antiguo amor presente, suspense y filosofía se ocultan como trasfondo, nuestro héroe se intentará integrar en un clan de guerreros científicos con la voluntad de salvar al mundo enfrentados contra otros guerreros con la misma pretensión... Pero a veces, la pasión frena la mente y la lógica, el corazón.

Así, entre embarullados ataques de comandantes que no tienen ningún plan claro, brotes de Semilla de sabiduría y un hombre que piensa demasiado, tomemos todo lo serio a broma y la risa en serio puesto que no hay nada más sensato que la catarsis del absurdo.

Sofía

“Toc toc toc”
Mi corazón pegó un salto que por poco se sale de mi cuerpo. No sé si aquella persona
sabía que yo estaba allí, por lo que no debía de hacer ningún ruido. Y me encontraba con la botella a medio colocar. Si la coloco puede que el sonido me delate. Estas malditas bandejas son muy sonoras. Así que cogí la botella sin que rozara con nada y la dejé en el suelo con la máxima cautela posible.
[..]
Sofía me hizo una burla en cuanto me asomé a la mirilla.
-¡Demonios! Me ha descubierto –pensé- casi prefería que hubiera sido el asesino. Bueno, en realidad no.
-Hola, cría de Satanás.
-Tenemos que hablaaaar- me dijo con voz cantarina.
-Anda, pasa –intentaba hacer como si me diera igual que llegara viva a casa.
-¡Antipático! –me soltó, y se fue directa a tirarse encima de mi sofá.
-¿Estás cómoda? ¿Quieres que te abanique también?
-¡Sí! Pero antes… ¡siéntate y habla, condenado!
Sofía era rubia y de pelo rizado. Tenía los ojos azules y se reía como si fuera una cobaya hambrienta. Era tan espontánea e imprevisible que era un caso perdido el querer saber lo que pretendía. Aunque a priori no lo pareciera, sólo tenía un año menos que yo. Parecía siempre estar de broma y de buen humor, pero cuando le daba la vena neurótica era un torbellino de despropósitos.
-¿Qué hacías? –preguntó.
-Odiarte, como siempre.
-Ooooh tú siempre tan cariñoso.

A los dos nos encantaba el té helado. Era nuestro vicio del verano, así que serví dos vasos y me senté en el sillón. Suspiramos al unísono.
-Eres más tonto que pescar con los pies. –dijo.
-Todo un detalle por tu parte.
-Sabes casi mejor que yo lo nerviosa que me pongo en esos casos.
-El problema es ése, que lo sé mejor que tú.
-¿Te crees muy listo no? ¿Quieres algún premio por eso? Bien, Don Tranquilo, demuéstrame que tú no hubieras hecho lo mismo.
-¿Y cómo quieres que te lo demuestre?
-¿Ves cómo no puedes? ¡Habrías hecho lo mismo en mi lugar!
-No tiene ningún sentido lo que me estás diciendo.
-¡Tampoco lo que tú me dijiste!
-Era una situación difícil, no es fácil acertar.
-¿Entonces por qué me exiges acertar a mí?
-Mira, no sé qué está pasando. Parecía que todo se iba a solucionar hoy y de repente,
¡vienes más tensa que nunca!

Tras unos segundos, volvimos a suspirar a la vez.

-Porque tengo miedo a perderte…- y se echó a llorar.
-No me vas a perder, Sofía.
-Claro, ¿y cómo lo sabes? -dijo entre lágrimas- sabes igual que yo las vueltas que da la vida.
-Porque no sabría caminar sin tenerte a mi lado. -¡Pastelada! Pero con Sofía las cosas funcionan así.
Y pasamos unos largos minutos en silencio, cabizbajos, sonrojados, sin pensar en nada, sin mirar a ningún lado, con el único sentimiento de que estábamos los dos juntos en ese momento, en nuestro momento. Los dos nos queríamos demasiado para pensar ese tipo de cosas, pero sabíamos que lo que sentíamos no era más que amistad.

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