La novela empieza con una incógnita. El nombre del personaje.
Y a partir de ahí, empieza el juego. ???? es un joven extremadamente obsesivo y cauto que se ve involucrado en una guerra un tanto peculiar. Y es que, ¿qué sucedería si la ficción se tornase en realidad? Pues que saldría a la luz toda nuestra torpeza.

En un entorno ficticio, donde el romance con un antiguo amor presente, suspense y filosofía se ocultan como trasfondo, nuestro héroe se intentará integrar en un clan de guerreros científicos con la voluntad de salvar al mundo enfrentados contra otros guerreros con la misma pretensión... Pero a veces, la pasión frena la mente y la lógica, el corazón.

Así, entre embarullados ataques de comandantes que no tienen ningún plan claro, brotes de Semilla de sabiduría y un hombre que piensa demasiado, tomemos todo lo serio a broma y la risa en serio puesto que no hay nada más sensato que la catarsis del absurdo.

Presentación Dragfox

-Ya está. Es evidente -me dije-. Seguramente me estaría dando un viaje en barco,
habría un accidente marino y al final el viaje me lo terminé pegando en la cabeza, por eso no recuerdo nada. Naufragamos, y yo terminé aquí. Aunque no tengo la ropa mojada, más bien quemada. Igual vivo aquí, ha habido una explosión de gas, y aquí andamos. Pffff… No tengo ni idea.
Tenía ganas de darme un paseo por la playa, pero hacía demasiado frío. Y también tenía mucha hambre, pero no pensaba comerme esa comida para perros, debía de estar
asquerosa. Me tumbé junto a la casa a esperar recuperar totalmente mi conciencia, a que se extinguiera el fuego o a que pasara algún evento revelador, pero el hecho de estar esperando me hacía recordar el hambre que tenía.
Comida para perros. Comida para perros, pensé. Comida para perros. No pienso comer
comida para perros. Comida para perros. Comida para perros. Ojalá viniera un camión
lleno de comida. Con… un crepe de chocolate gigante. O una pizza de un diámetro de
dos metros. Aunque fuera Margarita. Aunque fuera con piña, arándanos, nata montada y
esos ingredientes tan grotescos que le echan. Me la comería de un bocado aunque
estuviera hecha de carne humana. Me miré el brazo con un pensamiento que eliminé de
mi cabeza sistemáticamente. Comida para perros. Comida para perros. Sin lugar a dudas, comida para perros. Y me levanté rápidamente para dirigirme a la playa a recoger esa suculenta comida para perros. Me quedé unos largos segundos mirando fijamente al mar.
-¿Dónde estoy?


-Carl, tengo dos noticias malas y dos noticias buenas. ¿Cuál quieres primero?
-La más corta, imbécil. Suéltalo ya.
-Una de las buenas es que el radar ha detectado un nuevo miembro.
-¿Parpadea?
-Esa es la otra buena, no parpadea, y por consiguiente, está en frío.
-Esa es mala, idiota. Vale, no seguirá vivo mucho tiempo, esas estúpidas moscas se lo
cargarán. Hemos de ir rápido para pillar a esos insectos aunque sólo podamos
encargarnos de su casita.
-Bueno, la buena era que por eso tenemos ubicado el refugio de los Rabos.
-Vale déjate de jueguecitos, ¿cuál es la que falta?
-Adivina.
-Isaac….
-Vaaaale ya paro. El chico no es muy listo aún.
-¿Posición?
-1.345 0.102.
Carl encendió los altavoces.

[...]

Sofía

“Toc toc toc”
Mi corazón pegó un salto que por poco se sale de mi cuerpo. No sé si aquella persona
sabía que yo estaba allí, por lo que no debía de hacer ningún ruido. Y me encontraba con la botella a medio colocar. Si la coloco puede que el sonido me delate. Estas malditas bandejas son muy sonoras. Así que cogí la botella sin que rozara con nada y la dejé en el suelo con la máxima cautela posible.
[..]
Sofía me hizo una burla en cuanto me asomé a la mirilla.
-¡Demonios! Me ha descubierto –pensé- casi prefería que hubiera sido el asesino. Bueno, en realidad no.
-Hola, cría de Satanás.
-Tenemos que hablaaaar- me dijo con voz cantarina.
-Anda, pasa –intentaba hacer como si me diera igual que llegara viva a casa.
-¡Antipático! –me soltó, y se fue directa a tirarse encima de mi sofá.
-¿Estás cómoda? ¿Quieres que te abanique también?
-¡Sí! Pero antes… ¡siéntate y habla, condenado!
Sofía era rubia y de pelo rizado. Tenía los ojos azules y se reía como si fuera una cobaya hambrienta. Era tan espontánea e imprevisible que era un caso perdido el querer saber lo que pretendía. Aunque a priori no lo pareciera, sólo tenía un año menos que yo. Parecía siempre estar de broma y de buen humor, pero cuando le daba la vena neurótica era un torbellino de despropósitos.
-¿Qué hacías? –preguntó.
-Odiarte, como siempre.
-Ooooh tú siempre tan cariñoso.

A los dos nos encantaba el té helado. Era nuestro vicio del verano, así que serví dos vasos y me senté en el sillón. Suspiramos al unísono.
-Eres más tonto que pescar con los pies. –dijo.
-Todo un detalle por tu parte.
-Sabes casi mejor que yo lo nerviosa que me pongo en esos casos.
-El problema es ése, que lo sé mejor que tú.
-¿Te crees muy listo no? ¿Quieres algún premio por eso? Bien, Don Tranquilo, demuéstrame que tú no hubieras hecho lo mismo.
-¿Y cómo quieres que te lo demuestre?
-¿Ves cómo no puedes? ¡Habrías hecho lo mismo en mi lugar!
-No tiene ningún sentido lo que me estás diciendo.
-¡Tampoco lo que tú me dijiste!
-Era una situación difícil, no es fácil acertar.
-¿Entonces por qué me exiges acertar a mí?
-Mira, no sé qué está pasando. Parecía que todo se iba a solucionar hoy y de repente,
¡vienes más tensa que nunca!

Tras unos segundos, volvimos a suspirar a la vez.

-Porque tengo miedo a perderte…- y se echó a llorar.
-No me vas a perder, Sofía.
-Claro, ¿y cómo lo sabes? -dijo entre lágrimas- sabes igual que yo las vueltas que da la vida.
-Porque no sabría caminar sin tenerte a mi lado. -¡Pastelada! Pero con Sofía las cosas funcionan así.
Y pasamos unos largos minutos en silencio, cabizbajos, sonrojados, sin pensar en nada, sin mirar a ningún lado, con el único sentimiento de que estábamos los dos juntos en ese momento, en nuestro momento. Los dos nos queríamos demasiado para pensar ese tipo de cosas, pero sabíamos que lo que sentíamos no era más que amistad.

El comienzo

Capítulo nº 1.

Pienso demasiado. O al menos, eso dicen.

Sonaba el teléfono demasiado temprano para ser una llamada casual, aunque enseguida
pude deducir quién era y para qué me llamaba. Ni pasadas tres horas hubiera esperado
una llamada de nadie, pero su incapacidad para deducir que hay gente que duerme
mientras él deambula por su habitación era más que delatadora para afirmar de dónde
procedía esa llamada. Miré dos segundos el teléfono con resignación antes de descolgar.
-Suerte tienes de haberme pillado despierto-, pensé mientras me dirigía a lo que iba ser sin
duda una conversación muy larga.

David estaba pasando una mala etapa. No tenía la suficiente experiencia para plantarle
cara a sus problemas solo, y yo tenía la obligación moral de resolvérselos, o al menos de
hacérselos más sencillos desde el otoño pasado. Caían las hojas por aquel entonces en el
entierro de su hermana, y desde un tiempo atrás yo siempre le había inspirado bastante
seguridad; ya otras veces le había servido de ejemplo a seguir y eso me incomodaba, al
ver en lo que se podía llegar a convertir. En este caso, supuse que Carmen, su actual
novia, le habría dicho alguna incongruencia demoledora más, después procedería a cortar
todo método de comunicación entre ambos y David habría pasado en vela toda la noche,
intentando descifrar el críptico mensaje de su novia durante varias horas para acabar
llamándome, como si yo trabajara traduciendo jeroglíficos en pirámides recónditas del
mundo para poder ayudarle. -Lo único que querrá es que le diga cuatro bobadas sin
sentido ni base para que olvide ese maremágnum que le está atormentando en este
momento-, pensé.

-Dime…
Me esforcé para que mi tono de voz reflejara la frustración que daría una llamada tan
poco solidaria. Aunque no me costaba nada haberlo dicho con algo de entusiasmo, tenía
la falsa esperanza de que algún día se diera cuenta por sí mismo de lo que pueden llegar a
repercutir sus acciones.
Pero para mi sorpresa, no obtuve respuesta. Un silencio imprevisto hacía temblar todas mis
absurdas hipótesis sobre una conversación que en escasos tres segundos iba a terminar.
En aquel momento sólo se escuchaba al silencio a través del auricular...

[...]